Pais convidat Xina.
He fet aquesta il·lustració per a la revista Clone Magazine, i seguidament podeu llegir la crítica que vaig escriure de l'edició d'enguany.
CINE CON OLOR A INCIENSOCon ésta 9º edición del Festival, el BAFF se ha convertido en una propuesta ineludible para los amantes del cine asiático, un cine que cada vez tiene más fieles a juzgar por las grandes colas y la cantidad de veces que se colgó el cartel de “sold out”. Es un sueño hecho realidad para todos los que como yo adoramos y sentimos una atracción totalmente sensual por el cine asiático, sus olores, sus colores, sus espacios suspendidos, sus pausas interminables, su exotismo.
Este año en el Festival hemos podido ver obras de los autores más consagrados como Apichapong, Jiang Zang Khe, Tsai Ming Liang, compartiendo cartel con piezas de autores noveles y los experimentos de animación más transgresores. El país invitado ha sido China, un merecido reconocimiento a un cine con gran personalidad y grandeza encabezado por Zhang Yimou. La inauguración del Festival entró de la mano del film “Desert Dreams” de Zhang Lu, el director que ganó el Durián de Oro del año pasado; pero con esta nueva entrega no alcanzó las expectativas generadas, nos cuenta la vida vacía de una familia mongol y logra que salgas vacío y somnoliento de la sala. El premio del jurado se le otorgó a “Summer Palace” película china de Lou Ye, que no pasó la censura y no se ha podido estrenar en su país al tratar temas políticos en el contexto de los hechos sucedidos en la plaza de Tian'anmen el año 1989. En esta ocasión le han otorgado el galardón pero no debemos olvidar que fue presentada en la edición del año pasado del Festival de Cannes, donde pasó sin pena ni gloria y con muy malas críticas.
La propuesta de film de terror vino de la mano de “The Wall Man” película japonesa basada en el manga del mismo título del artista de culto Daijiro Morohosh, pero que los que la vimos sólo podemos decir que es un film que no provoca miedo ni risa sino vergüenza ajena. El "hombre muro" del título se refiere a unas extrañas criaturas medio humanas medio fantasmas que habitan en un muro, desde el que observan el comportamiento de los que les rodean. Claro, el argumento ya lo delataba…
Otra cosa es “Sway” un thriller psicológico sobre un triángulo amoroso y dos hermanos enfrentados. Minoru, que vive con su padre en el campo, cuida de él, respeta la tradición y trabaja en el negocio familiar, una gasolinera, representa al viejo Japón; mientras que su hermano menor, el cosmopolita Takeru, representa al nuevo. Takeru, interpretado por Joe Odagiri (la estrella del cine nipón que más furor causa entre el público femenino) es un exitoso fotógrafo de moda que dejó atrás a su novia de la adolescencia y su hermano mayor, por los atractivos de Tokio, donde ha triunfado y lleva una vida de lo más cool. La vuelta de Takeru al pueblo para celebrar el aniversario del fallecimiento de su madre rompe la rutina tradicional. Takeru irrumpe en medio de la ceremonia con gran estruendo y sin arreglarse, reaviva pasiones con su novia de la adolescencia, crea odio y conflictos, todo esto acabará en tragedia y en un duro enfrentamiento entre los hermanos. El filme de Miwa Nishikawa tiene una fotografía sofisticada y muy adecuada al tono de la historia, con especial atención al detalle: la imagen de un retrovisor de una mano que no alcanza a tocar el vehículo en el que viaja un ex novio, el picado sobre la joven que se queda sola en ausencia del amante, una pelea sin audio en un puente suspendido sobre un rio a gran altura, la ausencia del hijo revelada por la dificultad del padre torpe en recoger la colada.
El film de Yoo Ha “Dirty Carnival” es cine de gángsters, en la línea de Scorsese. Nos presenta el ascenso y caída de un gángster; nos narra también la historia de un director de cine que decide filmar una película de gángsters, el joven director es amigo de un joven pero sanguinario gángster que tiene la brillante idea de penetrar en su mundo, el joven gángster se siente frustrado de conseguir el dinero para un jefe malagradecido, por lo que planea asesinarlo con apoyo de un nuevo jefe, en donde conseguirá poder y dinero, pero que lo llevara a un desenlace trágico. Es un film de gángsters pero no una de esas de capos mafiosos obesos, sino que ésta nos retrata el mundo moderno y elegante de esos jóvenes enfundados en trajes que ven en el crimen, una oportunidad de conseguir todo lo que quieren a base de lealtades y traiciones. Me ha recordado a “Scarface”, en su manera de retratar de donde salió, a donde llego y en donde acabo. Es un film estilizado, con tensión narrativa y guión bien trabajado, sin dejar de lado el humor, podemos ver juergas desfasadas a base de Karaoke con un ombligo bailarín tatuado con un hipopótamo incluido. Si se llegase a estrenar, triunfaría.
“Woman on the beach”, del director Hong Sang-soo es una suave, suavísima comedia coreana sobre un director de cine en crisis que precisa del flirteo con las mujeres para poder crear y escribir su próximo éxito fílmico. Tras robarle la novia a su guionista, como si hubiera conseguido su objetivo, pierde interés por ella y la deja ir para poder así poner su atención en otra chica. El film empieza con cierta fuerza y ritmo, mucho alcohol, largas charlas de borrachera, besos extremadamente púdicos y paseos en playas desérticas pero la trama se desequilibra en la segunda mitad hacia la gratuidad. Lo más interesante de la película es el Soju*, bebida alcohólica que los protagonistas del film no dejan de beber en todo momento como si de agua se tratara pero cogiendo unos “pedos” impresionantes. Tras el film me quedó claro que ¡quiero probar el Soju!.
* “Soju - bebida alcohólica coreana, a menudo confundido con vino de arroz, casi siempre en combinación con ingredientes como el trigo, cebada, o batata.” (Wikipedia)
“Life can be so wonderful”, de Osamu Minorikawa, fue para mi opinión, la mejor película que vi en el Festival. Mientras la veía, vi como se me erizaba el vello del brazo, me emocioné y de mí sólo brotaban suspiros, se me empañaron los ojos; sólo puedo decir que es bella, muy bella. Cinco historias de unos 12 minutos, en formato digital, cinco “haikus” (poemas japoneses) descriptivos más que narrativos, en torno a cinco personajes. Una modelo que nos describe su mundo, no tan superficial al inicialmente esperado por su trabajo, nos describe su aprecio por las cosas pequeñas; un alcohólico en la vejez que disfruta de bar en bar seleccionando su bebida y acaba cada noche durmiendo en la calle; una pareja joven que entra en crisis porque la chica desea un refresco más que un polvo; un astrónomo que medita sobre su futura paternidad, lo que desconoce, y la contrapone con el universo, el desconocido-conocido; y una mujer que medita sobre la vida y la relación con su madre y su hermano, usando la metáfora del cuidado de una planta. Cinco historias mínimas que nos hablan de lo cotidiano, lo siempre presente pero no admirado, un canto al minimalismo. El uso del vídeo digital no hace más que reforzar este concepto y hacernos aún más próximas las historias.
“Syndromes and a century”, de Apichatpong Weerasethakul, es un gran experimento cinematográfico, el director tailandés autor de “Tropical Malady”, presenta ahora “Syndromes and a Century” una película inicialmente encargada por la comisión Mozart, fue presentada en Venecia y Toronto, con problemas para estrenarla en su país, Tailandia, por culpa de la censura, la película nada tiene que ver con el músico austriaco. Eso es “Syndromes and a Century”, una narración de cómo se conocieron los padres del autor. Un primer acto en el que el director revela su propia infancia, en un entorno más rural, casi en el campo, a diferencia de la selva de “Tropical Malady” en ésta ocasión nos muestra arquitectura, en especial el set elegido es un hospital, símbolo del inicio y fin de las vidas, un entorno esterilizado y neutral, donde podemos encontrar diferentes personajes que casi suspendidos en el aire van hilando el film, vemos una médico que no se deja seducir por miedo a enamorarse y ser nuevamente abandonada, un monje que quiere ser dj o un dentista cantante de feria, personajes extravagantes con los que el relato avanza hasta una segunda parte. La película se parte en dos y narra nuevamente la misma historia pero en otro contexto situado en un hospital de Bangkok, más lujoso, más blanco, más frío. El padre se pasea de habitación en habitación viendo desgracias, a veces cómicas, otras, simplemente desesperadas. Y es que “Syndromes and a Century” es cine abstracto, por eso se compara al director con David Lynch. “Syndromes and a century” ofrece sus imágenes despunta historias que nunca resuelve, esquiva toda resolución, crea atmósferas y momentos sugerentes, penetrantes, intensos. El fin queda suspendido y escondido en una habitación llena de trastos inservibles humeantes. Un film muy recomendable.
Se le augura mucho futuro a éste Festival. Os espero el año que viene a la décima edición del BAFF. Sayônara.
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